Un trabajador del puerto, enfermo y analfabeto también comprometió a Giri
Otro de los daminificados por el fraude contra Río Santiago es un trabajador del puerto que está enfermo y que no sabe leer ni escribir. Aparecía cobrando 27 mil pesos como funcionario. Había pedido ayuda a allegados a Giri quienes, según contó, lo obligaron a firmar papeles a cambio de dinero.
Miguel Angel Rodríguez (45) no sabe leer ni escribir. Por eso cuando meses atrás se reunió con el fiscal Jorge Paolini, durante la charla tuvo que estar presente su pareja.
La mujer dio fe de lo que escuchaba. También firmó la declaración que figura dentro de la causa del Astillero Río Santiago en la cual varios testigos describieron de qué manera Emiliano Giri habría participado de maniobras para obtener sus datos personales, los cuales terminaron siendo utilizados para emplearlos sin su consentimiento como funcionarios de la empresa estatal.
Rodríguez contó que siempre trabajó en el puerto y que en ese momento atravesaba por una situación desesperante.
No tenía empleo, sufría diabetes y los médicos le acababan de diagnosticar cáncer.
La Justicia lo ubicó en abril pasado en su humilde vivienda del sur de Mar del Plata.
Allí el hombre le contó a fiscal que en 2013 se había contactado con Miguel Etchegaray, al que describió como un “puntero político” quien al enterarse de cuál era su delicada situación le ofreció su ayuda.
Le dijo que tal vez podría conseguirle un subsidio o una vivienda y que para avanzar con algunas gestiones necesitaba sus datos personales.
Por eso Rodríguez le confió toda esa información y copias de su CUIT y de su DNI. Entonces se abrió para él y su familia una pequeña luz de esperanza.
Como la respuesta no llegaba, Rodríguez comenzó a explorar otras alternativas. Una de ellas fue la de acudir a la Anses para tramitar una pensión graciable.
Tal como le ocurrió a otros damnificados que aparecen en la causa, el hombre se enteró ahí mismo de que no podría recibirla. ¿El motivo?: según la base de datos del organismo él ocupaba un puesto de alto rango en el Astillero Río Santiago por el que estaba cobrando unos 27 mil pesos mensuales.
Aturdido por la noticia, Rodríguez recordó la charla que había tenido con Echegaray, por aquél entonces ligado a Emiliano Giri y decidió llamar al empresario -en ese momento candidato a concejal- para contarle lo que le estaba sucediendo.
El testigo contó que a Giri lo conocía desde hacia tiempo, debido a que ambos habían militado en el partido radical y que incluso lo había acompañado a algunos actos políticos como su “custodio”. En uno de esos actos -contó- Giri le había presentado a “gente del Astillero” entre las cuales había un “hombre gordo” que aparentemente, habría tenido un rol central en esta y en otras historias similares.
Durante la charla telefónica el empresario escuchó el problema por el que atravesaba Rodríguez y le aseguró que “él no tenía nada que ver pero que fuera a su oficina para hablar”.
El testigo acudió a la cita. Según le contó al fiscal, el encuentro ocurrió dentro de “una oficina que queda cerca de la Municipalidad en un edificio del centro”.
Allí Giri le reiteró que él “no tenía nada que ver” y protestó: “Te están cagando la vida”, le dijo.
Según el testigo, el empresario se comprometió a solucionar el problema.
Días más tarde Rodríguez recibió en su celular una llamada desde un teléfono con la característica 0221 de la localidad de La Plata. Del otro lado de la línea, una voz lo citó para reunirse en un lugar público donde se encontró con varias personas.
Una de ellas era Giri. La otra era un hombre al que describió como “gordo, de anteojos, de unos cincuenta años, que estaba en una camioneta con custodios”.
Rodríguez recordó ante el fiscal que mientras se acercaba al grupo escuchó cómo Giri pedía por él, diciéndole al resto que “no le jodieran la vida” porque era “una persona trabajadora”.
El testigo contó que entonces el empresario se reitiró, dejándolo a solas con el intrigante “hombre gordo” quien “le ofreció dinero” a cambio de que además “firmara unos papeles”.
En su declaración Rodríguez dijo que primero rechazó 11 mil pesos y que luego le ofrecieron 12 mil.
Aquella charla concluyó con una explicación acerca de que el dinero provendría “desde la ciudad de La Plata” y con la promesa de que días después volverían a contactarse con él. Y así fue. Rodríguez le dijo al fiscal que cerca de las fiestas de 2013 volvió a encontrarse con “el hombre” quien le “entregó 15 mil pesos” y le pidió que estampara su firma en “un montón de papeles”.
Pero el testigo le respondió que no sabía leer ni escribir. Sin embargo, quienes estaban allí insistieron. Le dijeron que “para poder ayudarlo tenía que firmar esos papeles” ya que así le podrían conseguir “una pensión y una casa”. Entonces confió, tomó una birome e hizo unos garabatos allí donde le indicaban que debía hacerlo.
La ayuda prometida nunca llegó. Rodríguez volvió a ver aquellos papeles recién el año pasado, cuando se encontró con el fiscal Paolini. Según consta en el expediente, el funcionario puso ante sus ojos su legajo personal de Astilleros Río Santiago, el cual había sido secuestrado junto a muchos otros documentos en un procedimiento realizado en la empresa meses atrás.
Allí había recibos de sueldo, una ficha personal, una actualización de domicilio y un seguro de vida colectivo, entre otros documentos.
Ante el fiscal, Rodríguez reconoció entre esos papeles a aquellos que -según recordó- “le hizo firmar el hombre que le dio los 15 mil pesos”.
Hacia el final de su declaración, el testigo dijo no tener ni idea del contenido de esos documentos, ya que -insistió- nunca aprendió a leer. Y como cierre de su testimonio ante Paolini aclaró que él simplemente confió en quienes le habían prometido una ayuda. Pero “no me ayudaron, sólo me perjudicaron”, sostuvo.